(Nobuyoshi Araki)
Volver a ser tu propio cuerpo, cansado y lacio, es triste, dijo Shintaro Tatsuaki con voz apagada. ¿Tanto has sentido el mío?, replicó audaz Ito Kabane, interpretando aquella brizna de angustia del hombre. Tatsuaki necesitaba mantener el calor de la ternura en la que habían estado envueltos. He sentido el tuyo y he recuperado el que una vez tuve, afirmó. Los humanos estamos condenados a la soledad y la mayor y más grave forma que adopta es el deterioro corporal, evidentemente, pero así mismo la incomunicación y la pérdida de ilusiones. Uno está solo de verdad cuando no puede responder con vigor natural a nada y a nadie, cuando va siendo más incrédulo y, sobre todo, cuando no se soporta a sí mismo. Algunos soslayan la degradación que poco a poco les mengua frecuentando relaciones sociales con reprimida desgana, intentando que ciertas actividades cotidianas de trabajo o de entretenimiento les hagan creer que aún están enteros. A nadie se nos oculta que cada vez perdemos más ritmo y que vamos echando por la borda proyectos que nos habían mantenido y que ahora se nos ofrecen con escaso si no insuficiente interés. El anciano hizo un alto mientras la joven le contemplaba absorta, pendiente de sus palabras, que ella consideraba una revelación, también sabiduría. Hay facetas de nuestra vida especialmente complicadas y críticas, siguió el fotógrafo. Es verdad que los hombres nos resistimos, incluso mantenemos contactos esporádicos, no importa de qué manera, con mujeres porque necesitamos demostrarnos lo que ya no somos. Estamos y no estamos con ellas, porque lo que realmente nos interesa es saber que en nosotros aún late algo. ¿Quieres decir que hay mucho de engaño a medida que avanza la edad?, le interrumpe la joven. Yo te he sentido auténtico, increíblemente vigoroso. Hasta espontáneamente tierno, como si no hubiera merma en tu generosidad de dar y en tu capacidad de recibir, insistió Ito con pregonada sinceridad. Al anciano le agradó aquel reconocimiento de una mujer a la que multiplicaba en edad. Pero necesitaba expansionarse. Siempre hay engaño a lo largo de la vida, unas veces malévolo, otras necesario y bienintencionado. Lo considero un ingrediente fundamental de uno mismo, a veces más estimulante que otros. La verdad aísla. Si hubiera siempre verdad en las cosas pereceríamos antes. Ito Kabane miró con perplejidad al anciano pero le premió con una sonrisa. No voy a dejar que te alejes, le dijo. Aunque yo viaje siempre estaré muy cerca, le confesó al hombre. Tatsuaki sujetó la cabeza de la chica, introdujo sus dedos entre los cabellos húmedos de sudor, habló a sus ojos y miró su boca. Le habló pausadamente, con voz melancólica. Nunca como ahora había tenido tanto miedo a la ausencia, Ito. Nunca me habían dado tanto pavor las palabras entusiastas ni tanto espanto las promesas que tal vez difícilmente se puedan cumplir como las que escucho de ti. Haz lo que debas y quieras hacer, le dijo, casi le exigió. No estaría bien que yo te pidiera que volvieras, si bien debo reconocer que durante este tiempo en que nos hemos amado me has hecho ser el que una vez fui. Y no he querido ser otro, ni para nadie más.
Duró el silencio entre la joven y el anciano. Se agotaron las palabras, pero fructificaron las miradas, se activaron los tactos, crecieron las ansiedades. Acercaron otra vez el calor de sus carnes. Aquella desnudez compartida les reclamó de nuevo. Como si ambos pensaran: no puede, no debe haber un después.
Duró el silencio entre la joven y el anciano. Se agotaron las palabras, pero fructificaron las miradas, se activaron los tactos, crecieron las ansiedades. Acercaron otra vez el calor de sus carnes. Aquella desnudez compartida les reclamó de nuevo. Como si ambos pensaran: no puede, no debe haber un después.
La escrita, como este arte que practicas tan bien, también rellena (en mi caso la lectura del arte) porque nos traslada a otros mundos, donde a veces hay ilusión y sueños posibles, apartandonos momentaneamente de nuestro mundo, donde acaso hay vacío, no diré desesperanza, y ayudandonos a olvidar, por un instante, el deterioro corporal propio. En ese sentido, la escrita -o la lectura- es como una terapia escapista que satisface. Y la satisfacción, aunque sea fugaz, no es, o debería ser, como un reto universal?
ResponderEliminarEs decir, si uno no logra experimentar un alto grado de satisfacción en primera persona, con su propio cuerpo, lo puede sentirlo a través de la creación literaria, la escrita o la lectura.
Leer y sobre todo escribir nunca son meros entretenimientos ni simples terapias. Son nuestra manera de reflexionar, de saber, de obtener placer y de construir pensamiento libre dentro de nosotros. Por supuesto que viene bien el ejercicio lector y literario como compensador de lo que no se obtiene con otras personas, relaciones, trabajos, etc. Los sueños se acrecientan en igual medida. Quehaceres de largos objetivos y satisfacciones, sin duda.
EliminarNo hay edades estipuladas para cada cosa, puede sorprender lo que hacen las ganas de vivir.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto, cierto. Y una vejez con esas características es sana y fructífera.
EliminarMaravilloso relato. Intenso, auténtico, profundo, muy emotivo. Gracias por hacer posible esta lectura. Un abrazo
ResponderEliminarMe ruborizas, no sé si proseguir con él o limitarlo. Gracias a ti por leer y opinar, es lo bueno de las redes sociales frente a tanta intoxicación y robo informativo. Un abrazo.
EliminarMe he deeinido de casualidad en mi navegacion por el internet Me encantas
ResponderEliminary me gust
a haberte leido
Pasa cuanto quieras por estos pagos, se agradece.
EliminarLa verdad aísla.
ResponderEliminarPienso, vivimos engañando para no sentirnos tan solos? Engañamos a los demás, a nosotros mismos para ocuparnos de que? Se me dispararon pensamientos para todos lados.
Pero, que hermosa y suave intimidad en este texto.
Me encanta.
Sé de gente que se ha llevado muchos tortazos por tratar de instalar la verdad en su vida cotidiana. No quiere decir eso que la mentira sea un camino correcto, aunque a muchos les proporciona beneficios, pero ¿a qué plazo? Además, ¿existe una verdad? ¿es objetiva, personal, definida? Bueno, mira igual que se te disparan pensamientos a ti me pasa a mí. dejemos que la suavidad del texto que dices nos envuelva, claro. Ensoñaciones, acaso.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSituaciones aparentemente extremas y difíciles de imaginar como la de esos personajes existe, lo he visto en algún caso, lo he imaginado en otros. Me ha gustado lo de la fórmula alquímica. ¿Qué es nuestro cerebro sino un mundo de reacciones capaz de sobreponerse a normas, costumbres, pautas ad hoc y direcciones obligadas de la sociedad? El cerebro sabe instalar amor y sexo como cualquier otra necesidad humana en las condiciones más pedregosas de la vida, ¿no crees?
EliminarLa sociedad teme tanto a la desnudez que constantemente nos obliga a cubrirnos... Aunque poco a poco parece que quisiera romperse esa barrera...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Más allá de la desnudez formal está la de la sinceridad. Pero se ejecuta menos. Siempre hay quien quiere romper esta barrera también, pero en el mundo no es de los sinceros, como estamos viendo. Y ahora han inventado ese eufemismo de la "posverdad" que horroriza. Gracias por comentar.
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