"Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres."

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.



20 de junio de 2017

Pensamientos cruzados del anciano y la joven


(Nobusyoshi Araki)


¿Por qué me ha dicho Ito Kabane que ella estaría allí, al final? Nunca hay nadie al final. Nunca hay un amor en ese instante en que la pulsión de la muerte sabe ganada la partida. Si se mira desde el ángulo de la vida -¿hay acaso otro?- se puede decir que la muerte pierde siempre. La victoria de la muerte no es tal, ya no tiene suelo desde el que acecharnos después de imponérsenos. Desaparecido el cuerpo, extinguida la existencia, borradas las sensaciones y la memoria, la muerte queda incapacitada. Busca un nuevo ámbito donde cebarse. No hay territorios de la muerte, en contra de lo que parece. Hay accidentalidad, decisión humana y sucesos naturales que extinguen las posibilidades de vida. La muerte no es siquiera un ente. Ella tiene valor mientras tantea y acosa a los hombres, mientras intenta disputar la salud, la pasión, la creatividad. Muerte es una negación que tropieza una y mil veces con el empeño humano por seguir sobreviviendo. Muerte es envidia mientras cerca a cada individuo para impedir que le llegue desde fuera el oxígeno del placer o el alivio de la compañía. Muerte es el vano intento por privar a los hombres de su afán de aventura, de su don del asombro, de su propiedad de superación. La muerte juega con las dificultades humanas  por entenderse unos y otros. Así cuando las sociedades o las tribus van a una guerra, producto de intereses mezquinos y de engaños colectivos que desdeñan la comprensión que salva, la muerte se frota las manos. Su espacio es siempre ajeno. Su mérito es nulo, solo se sabe como producto de la desgracia de los otros. ¿Crea algo la muerte? Se apunta el tanto de la nada, pero ésta ya existía antes de nacer cada ser vivo. También la nada es extraña a la muerte, que no puede apropiarse de ella. ¿Estará Ito Kabane al final de mis días? Sé que moriré solo, que me deleitaré en la quimera del recuerdo, que daré por bueno lo experimentado. De algún modo ella será presencia, pero no estará presente. No debe estar cerca, ni tocar mi aplanamiento, ni apiadarse de una agonía que solo es mía. Me bastará con que ella haya conjurado los vacíos de mi ancianidad.


Tatsuaki sabe que no estaré allí. Él puede llevarme hasta el borde con su pensamiento, eso supondrá consuelo y a la vez agradecimiento. ¿Será capaz en ese instante de hacerme llegar con el deseo? He visto estos días como al desearme habitaba en su interior la nueva vida. Amor y muerte se repelen, y su juego de alternancias es cruel, aunque a través de él ambos se reconozcan. Ambos tienen su tiempo de victoria y también de derrota. A veces pienso: si nos hubiéramos conocido antes...él con menos años, yo con alguno más cercano a su edad, posibilitando una convergencia. Pero qué digo. ¿Tendríamos por ello una mayor garantía de haber disfrutado del amor? ¿No es precisamente esta aventura insólita, que muchos amigos no aprueban, la que me ha enriquecido? A él con la recuperación de las sensaciones más allá de la inercia del tiempo y de la sentencia de la biología, se le han ensanchado los límites. A mí me ha aportado nuevos descubrimientos sobre el hombre y sobre mí misma. Tatsuaki ha retenido la ternura que se había convertido en humo. Yo he recuperado el significado de que soy imprescindible para quien es sincero. ¿Para qué otra vida al uso ordinario si la que hemos vivido a nuestro aire ha sido intensa? Además, ¿acaso la vida en común no limita e incluso cercena el desarrollo de las exploraciones que anhela el ser humano? ¿No espera a los esposos el aburrimiento y la abulia que fagocitan las ilusiones y, lo que es más grave, las capacidades aún latentes? Tatsuaki me ha amado y me ha fortalecido. Yo le he amado a él y ha prolongado su deseo de vivir. Todo ha sido auténtico, no presto atención a las críticas ni a las miradas. No hay nada más bello que las segundas oportunidades. En un joven parece que estuvieran más aseguradas. Pero Tatsuaki, agotada su vida profesional, cansado de proyectar su mirada hacia los mismos objetos, desprovisto de las relaciones que la edad anterior aún preserva, ¿qué posibilidades tenía de amar la existencia? La supervivencia a la edad provecta requiere otros alicientes, aunque lo ordinario es que se carezca de estímulos. El fotógrafo Tatsuaki estaba viviendo de los recuerdos. Llegué justo cuando iba a perecer en su descreimiento. Las segundas oportunidades las percibía ya como un ejercicio de memoria. Si no se retiene con el cepo de la memoria aquello que una persona ha vivido más vale que se vaya haciendo a la idea de la pérdida total. ¿He salvado temporalmente a mi entrañable fotógrafo? ¿Ha interrumpido mi activa presencia el ciclo vital e inexorable del anciano?

Hoy he recibido por correo un tanka suyo, enviado desde su barrio de Shinjuku. Se ha apoderado de mí la congoja. ¿Será que yo tampoco puedo prescindir de él?

Tanta sequedad
de las horas ausentes
pide tu lluvia.
No quiero extinguirme.
No sé renunciar a ti.



6 comentarios:

  1. Una de tantas maneras proyectivas de enfocar los conceptos vitales. Otros pueden sentirse convencidos de todo lo contrario: solo se trataría de proyecciones diversas. Aún nos encontramos como arqueólogos de proyecciones, es decir seguimos vivos,supuestamente.
    Conozco a una joven siempre rodeada de "viejos" de los cuales aprendió mucho más que en los libros, luego vivió entre jóvenes y disfruto con sus inocentes sueños y falacias, de los cuales formó parte. Todo, todo lo imaginable intentaría abarcar. Al final se convertiría en un ser silencioso y autoexigente acabando aburrida de compartir tanta proyección ajena y sobre todo odiando las propias por motivos patentes. Para falacias ni las propias encontrarían digno albergue. Ante semejante tesitura una vida intensa solo podría acabar en forma de mudo reventón o atragantamiento, agradeciendo tal como contrapartida en la benignidad de un alivio nihilista. Muerte o final? Qué mas dará.
    A pesar de todo lo cual aún sigue generando alguna indeseable sorpresa en su entorno pese a procurar cubrirse con manto de absoluta vulgaridad.

    Obsérvese cómo la diversidad de estilos (el cómo) puede generar tan ingente diversidad y divergencia de opiniones, algunas nada respetables, por cierto.

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    1. Es que realmente lo que existe es la variedad de manifestaciones, la pluralidad de comportamientos, una gama amplia de buscar y querer sentir la vida que es muy diferente en unos respecto a otros. Lo que unos hacen para librarse de miedos y complejos y así afirmarse en una madurez, otros ni lo intentarían o son menos exigentes. Los caminos de la salud, y entiendo por la salud sobre todo andar el camino no solo una cuestión de bacterias, virus e higienes varias, o sus carencias, que conviven con nosotros, los caminos de la salud emocional, razonadora o sociable son infinitos. Cada individuo es una experiencia única con curvas ascendentes y descendentes, líneas transversales y secantes, toda una geometría por la que sentimos la complejidad de dejarnos llevar, con mayor o menor control. Quien má o quien menos hemos transcurrido por experiencias alternas, opuestas y a veces muy contradictorias, pero nos han aportado conocimiento. Que con éste llegue la serenidad o una capacidad superior de discernir o una disposición a comprender a otros hombres y situaciones es un tema muy personal. Pero todo eso, enrevesado y atrayente, conflictivo a veces pero seductor las más, nos dota del sentido de la supervivencia. El que no lo percibe suele acabar en la abulia o en la autodestrucción, me parece.

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  2. Las guerras hacen que la vida carezca de dignidad, aunque los hay dignos incluso en las confrontaciones, por lo general la muerte no es lo peor.
    Si los amantes se desean todo es superable... Hermoso tanga (tanka) final.

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    1. El mayor mal de las guerras no es solamente la destrucción material de bienes y estructuras, con ser gravísimo, es la destrucción vital, tanto la física como la moral. Las humillaciones, los apartamientos, la reducción del individuo a una condición infra, como si no fueran humanos.

      Superar situaciones...depende de tantos factores y no de uno solo por mucho que el deseo y el bienestar correspondido vincule a los amantes. Gracias, Raúl.

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  3. "Desaparecido el cuerpo, extinguida la existencia, borradas las sensaciones y la memoria, la muerte queda incapacitada."
    Estupenda reflexión!
    Otro abrazo

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    1. La muerte no tiene espacio nunca. No la concedamos en nuestro territorio del temor ni un ápice de mérito. Jamás.

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