(Katsushika Hokusai)
Apenas había rayado el día. Desde la roca el pescador echaba su arte para sobrevivir a la jornada. Las aguas revueltas, decía a su acompañante, ¿serán la respuesta a nuestra plegaria o la condena por esta condición miserable que padecemos? Al pescador le había enseñado el oficio su abuelo, luego su padre, ahora se las componía para tratar de que su vástago aprendiera. Pero el hijo, ay, solo escuchaba el rumor del oleaje y soñaba con la vida de los que vivían en las ciudades. Si no me echas una mano hoy no comeremos y tampoco podremos llevar nada al mercado, le reprendió el padre. Los peces picaban pero el pescador los devolvía a la marea. Un día que no comamos puede ser un día de aprendizaje para mi hijo, pensó. Mejor volver de vacío que no dárselo hecho a quien no se esfuerza.
(¿La carencia enseña?)
(¿La carencia enseña?)
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ResponderEliminarTambién habría que hablar de sus secuelas, que la vida de carencias ha producido muchas sorpresas. Vida cruel.
EliminarLa necesidad agudiza el ingenio...
ResponderEliminarMil besitos.
Suele pasar, pero no siempre garantiza lo mejor. Hay quien saca las peores conclusiones de la carencia y no resulta buena persona.
EliminarVida cruel, en efecto, pero debemos aceptar el cruel magisterio de la necesidad y el infortunio.
ResponderEliminarHay, sin embargo otros maestros: la barriga llena permite filosofar, la ausencia de dolor permite escribir epodos y odas y la tranquilidad favorece la composición musical.
La educación tiene un coste.
Abrazos
Francesc Cornadó
Desafortunadamente el cruel magisterio de la necesidad y la desgracia no procuran siempre ni por sistema un aprendizaje válido. Los otros maestros ¿hasta qué punto lo son? Eso sí, se permiten estados que los que viven en la carencia envidian.
EliminarTodo tiene tanto coste...Salud, Francesc.
Pasar hambre para aprender, no está mal, todo aprendizaje exige sacrificio.
ResponderEliminarSaludos.
Sí, pero si se puede aprender y mucho sin necesidad ni hambre, mejor todavía.
EliminarUn día que no comamos puede ser un día de aprendizaje para mi hijo, pensó..."
ResponderEliminarLos mejores tratos se hacen con la barriga llena, a los peores, se llega por culpa siempre de la barriga vacía.
Salut
Los mejores tratos de negocios...supongo que con la barriga medio llena, porque si no el otro mete un gol al uno y entonces el trato puede ser intratable. Pero estoy de acuerdo contigo que llegar a mal se llega por causa de la barriga vacía.
EliminarLos aprendizajes de la carencia son relativos, pero llevan a ser cuidadoso: no desperdiciar comida, sacar de la ropa su rendimiento, no desaprovechar oportunidades varias...Mi padre siempre me contaba que lo peor que pasó su familia y él fue en la posguerra, es decir más de una década. Aún tengo por alguna parte las cartillas de racionamiento. Aunque habrá gente que lea esto que se pregunte: ¿qué era eso?
Salut, Miquel.
El mejor aprendizaje quizás se dé con la barriga medio llena, medio vacía.
ResponderEliminarLos hijos de los ricos no quieren hacer nada (en un porcentaje muy elevado de casos) porque lo tienen todo. Los hijos de los pobres a veces no ven las oportunidades. Quieren ya dinero y con frecuencia no invierten tanto en formarse.
En el contexto del cuento creo que sí. Que un día sin comida le puede enseñar al hijo del pescador que hay que aplicarse en la pesca.
Los tratos de negocios mejores los realizan personas sin necesidades imperiosas. El que es muy pobre vende su producto o su servicio por cualquier precio precisamente por eso. Por su necesidad tan acuciante.
Me gusta cómo de un grabado has obtenido un cuento tan interesante que hace pensar.
Un abrazo
NO puedo poner objeción alguna a tus conclusiones. Todo hay que verlo de manera relativa. Hay hijos de pudientes que tiene una dedicación y celo extraordinario en estudiar y superarse. Hay hijos de humildes que están colgados de la droga (por ejemplo) Y, en efecto, la necesidad imperiosa mata, hace vender bienes a cualquier precio, independientemente del valor, por la necesidad de disponer y salir del aprieto. A estas alturas la sociedad, que ha evolucionado en su complejidad no lo ha hecho en esencia. Funcionan idénticas pautas ahora que en tiempos "bíblicos" (por poner otros ejemplo)
EliminarRespecto al grabado: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Quiero decir que Hokusai iba por su lado y a mí me apetecía otra deriva. Gracias, Hokusai, por permitírmelo, tendría que decir.
La carencia enseña. No tengo ninguna duda. Los jóvenes que lo tienen todo no valoran las cosas.
ResponderEliminarMil besos.
Esa es la idea fundamental, que no valoran. Es probable que el desarrollo de la vida y el estado adulto les haga ya darse cuenta de las cosas, pero hoy día, sociedad consumista a tope de por medio, hasta el niño más tonto o más pobre tiene las marcas y los objetos más inútiles. Gracias, Lucía.
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