(Kitagawa Utamaro)
Lo mejor del aseo es que una puede escabullirse entre sus propios pensamientos, se le ocurre a Hanako. ¿Fue después de entregarse a Hiro cuando se dio cuenta de lo poco que significaba ya para ella? Su porte elegante y una cultivada musculatura, ¿bastan siquiera para mantener esos encuentros fugaces? Hanako no le da demasiadas vueltas. Tampoco su convencionalismo, si no torpeza, cuando me tiene me resulta soportable. Es un hombre hueco y no soporto más perder el tiempo con cerebros orondos. Lo aparente atrae, incluso seduce, pero solo las mujeres frágiles o desesperadas pueden cometer la locura de prolongar una relación que va a derivar en tedio y en sucesivas traiciones. Además, ¿quién me garantiza que la elegancia que exhibe no sea postiza, un simple recurso para vivir de las mujeres?
Hanako hace de su aseo diario una academia de reflexión. Los cuidados de una mujer, piensa, se han inventado no solo para mantener la imagen o asegurar la limpieza sino como posesión de un tiempo propio. Es en momentos como este, que hay que tomar con toda la lentitud necesaria, a través de los cuales circulan las opciones y se proponen decisiones para los entresijos de la vida cotidiana. ¿Dónde podría valorar mejor los comportamientos de las amistades? ¿En qué otro espacio debo considerar las relaciones que mantengo con los hombres de mi vida? ¿No es en este apartado solitario en que me alejo de todos y detengo las actividades, donde puedo recapacitar sobre lo que quiero o no hacer?
Ha vuelto Hiro, le dicen desde el otro lado de la puerta. La mujer no rompe su serenidad. Decidle que estoy pero que no voy a estar, responde. Piensa: Si tiene luces lo entenderá, y si no lo capta no tendré inconveniente en hacérselo ver de otro modo. ¿A cuenta de qué tiene una que dar tantas explicaciones? Por nada del mundo dejaría que interrumpiese mi hora de aseo. O bien la higiene es siempre doble o, mejor dicho, única, que cubra la anatomía del cuerpo pero también la configuración recóndita de la mente, o no hay higiene que valga. Vuelve una voz a interrumpir sus devaneos lógicos. Hiro dice que no volverá si no lo recibes. La risa interior de Hanako está a punto de emerger volcánica, pero se contiene. Estoy en el mejor momento del día, decídselo, encarga con sosiego. Creo que voy a dedicarme a mí misma durante todas las horas que quedan de la jornada. ¿Quién puede procurarme los cuidados más acertados sino la propia mujer que llevo dentro?
Hanako es sin duda una mujer inteligente y de gran personalidad. No se inmuta ante las amenazas, no se bien si de Hiro o Hito, pero en cualquier caso un hombre en su vida; poco más que un zángano y que además se muestra engreído.
ResponderEliminarSabe que depender emocionalmente para los juegos del placer, de la presencia de otro, es propio de lo humano, pero al mismo tiempo, una debilidad manifiesta.
Sin duda, pero débiles somos y utilizamos al otro -a los otros- de testigos de nosotros mismos, bien para cuestiones de conocimientos, de prestigio social o de juegos placenteros, como dices.
EliminarNadie que no entienda los momentos propios, pueda tener cabida en la mente de otro.
ResponderEliminarSaludos.
Qué importante es mantener esos espacios recónditos donde uno se encuentre consigo mismo. El personaje Hanako se centra en el aseo. Otros, mirando las musarañas en un rincón doméstico o de un café A.P. (nuevo jalón referente de la Historia contemporánea: Antes de la Pandemia)
EliminarAprovechar el aseo como el introspección, una idea filosófica. Conozco a alguien que se escapa interiorizando para no ser encontrada hasta conseguir la invisibilidad exterior. No parece este el caso de Hanako
ResponderEliminarSi uno interioriza y desconecta de voces, reclamos, llamadas y no te digo obligaciones seguro que la invisibilidad está servida. Veremos si otras mujeres de Utamaro -y mira que hizo granados de una buena serie de ellas en sus ukiyo-e - siguen manifestando historias propias.
EliminarYa lo dijo el sabio Castilla del pino. Hay un espacio publico, un espacio privado y un espacio intimo.
ResponderEliminarLa frontera entre lo publico y lo privado las dan las fronteras de nuestra casa.Lo mas complicado es saber poner limites entre lo privado y lo intimo.
Saludicos tras un tiempo de ausencia
Te felicito por citar a Castilla del Pino, uno de esos pensadores, no solo psiquiatra, que teníamos de referencia, cuando en mi grupo de amigos avezados en conciencia (entonces añadíamos de clase) leíamos sus iniciales trabajos, que resultaron ser conocimiento.
EliminarAy las fronteras entre lo privado y lo privado bis, o íntimo. ¿Y las fronteras entre las propias y diversas intimidades que llevamos a cuestas cada individuo dentro de nosotros?
Bienvenido de nuevo a la presencia. Me ha emocionado que alguien cite a estas alturas al gran maestro Castilla del Pino. Puedes seguir, si te apetece, por:
https://laantorchadekraus.blogspot.com/2021/03/defensa-del-rechazado.html
Un abrazo.
Esa hora del aseo qué sagrada es, y hace bien, porque así se reflexiona, limpiando cuerpo y mente.
ResponderEliminarUn buen texto, por supuesto. Un abrazo, y para la geisha musa también.
Qué palabra tan exacta: hora sagrada. Me pregunto si existe mucha más sacralidad en la mujer que en el hombre. En el aseo, salvo que seas un tipo metrosexual, creo que más en vosotras. Los hombres también reflexionamos a la carrera, pero el tiempo dedicado suele ser más corto. Naturalmente, hay otros tiempos donde ocupar nuestra mente.
EliminarSiempre tan perspicaz, Albada. Echa un vistazo a la contraparte que viene hoy donde Fackel.
Cada quien medita en el lugar y en el momento en qué más cómodo se encuentre. Bien puede ser durante el baño
ResponderEliminar=)
Así es. Algunos hasta operaciones matemáticas, pero se ve que no es el caso de Hanako.
EliminarYa habrá tiempo para la soledad luego.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Una opinión muy acertada. Saludos.
EliminarEl espacio íntimo es inexcusable. No se puede permitir intromisión ninguna. ¿Privado? Mucho más que eso.
ResponderEliminarSalud.
Anna Babra
Es el lado más reservado y preservado de uno mismo. Absténgase advenedizos curiosos.
EliminarEs interesante tener espacios y tiempos propios. El aseo, un rato de paseo, la lectura... La protagonista de tu relato se ve que tiene independencia interior, algo muy necesario siempre.
ResponderEliminarUn bello relato para reflexionar.
Un abrazo
Es vital tener espacios propios. Siempre pienso en los enfermos o en los presos, que no pueden elegir, o al menos se les reducen sus posibilidades. P bien se convierten en individuos temporaespaciales únicos, condicionados por otras circunstancias. Cuando un individuo en situaciones normales se queja de la falta de espacio y de tiempo para sí lo mejor es que se lo mire y que piense que otros lo tienen siempre peor.
EliminarSin independencia interior no hay ni libertad ni sentido de colaboración con el prójimo. Me alegro que te haga pensar.
Preciosa reflexión, llena de ingenio y sensibilidad.
ResponderEliminarBesotes.
Celebro tu lectura, Dafne.
Eliminar