"Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres."

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.



8 de enero de 2016

Recuento



(Mimmo Jodice)


En la hora fatídica en que le sobrevenía con lentitud la muerte Onán Basterra revivió todos los momentos de felicidad vividos. Fue una carrera vertiginosa de recuerdos, un recuento fugitivo cuya claridad le embargó. Arrinconado en el lecho del asilo, desahuciado por los médicos y tan solo en manos de los últimos mimos de las cuidadoras, Onán Basterra fue desgranando en su interior, con una memoria de agenda precisa, sus innumerables conquistas amorosas. Situaciones, espacios, rostros e incluso significados que solamente el sentimiento sabe poner a cuanto acontece en la vida, desfilaron ordenados, luminosos, detallados. Las voces prudentes y los pasos silenciosos de los empleados que entraban periódicamente a comprobar su estado no alteraron el balance de sus amoríos. Había hecho muchas cosas más en la vida, algunas reconocidas, otras discutidas por sus allegados. Pero en su estertor Onán eligió por instinto el recuerdo de todo aquello que le había proporcionado placer en estado puro. Podría decirse que había en aquel acto final algo de ceremonia de despedida y bastante de homenaje agradecido a cuantas mujeres se había entregado. 

Sumergido en la penumbra, con la boca abierta y desencajada por una quijada huesuda, el anciano emulaba al cadáver que todavía no era. El tiempo se le iba, pero se ratificaba en que aún era suyo. Memorizó con la capacidad de un niño. Como si el desgaste de los últimos años le concediera el premio de una recuperación fugaz. Allí,con la calma que proporciona saber que la pérdida definitiva va a hacer descansar, fingió ser juez de sus actos pasados. Consciente de que rendirse cuentas a sí mismo de sus innumerables relaciones no le producían inquietud ni desafección alguna, comprobó con extrema bondad que no cupo jamás la traición, menos el abandono, ni siquiera el despecho y en absoluto la incomprensión con cada una de las mujeres a las que amó. Sentía satisfacción por su particular moral al respecto y aceptaba de buen grado que aquella galería vertiginosa de amantes se desplegara ante él, echando un pulso extremo con la muerte próxima.

En su postrero episodio Onán Basterra no veía una exposición de bustos sonrientes, ni una exhibición de poses, ni siquiera un derroche de risas y caricias. Mucho menos el plano secreto de los momentos más íntimos. Cada figura pasajera, cuyo nombre y cara reverdecían como si no hubieran transcurrido los años, se presentaba ante él no para despedirlo sino para sujetarle a la vida de modo natural. Cada amante se le ofrecía con una frase cariñosa o con un gesto grato. Tal parecía que las palabras contuvieran claves que solo él podía interpretar y llevar a la nada que le esperaba.  Una de las mujeres dijo con desparpajo: Me gusta nuestro amor clandestino. Otra murmuró con tono secreto: Siempre serás presencia. Otra sonrió y no dijo nada. Aquella de allí decía: Cuando me tomabas hacías de mí transgresión. Otra más sentenció: Tú eres mi esposo aunque no lo seas. Llegó la misteriosa y le susurró: Nunca supe a quién amaba cuando te amaba, si a ti o a mí misma. La iracunda pero apasionada se le reveló con reproche: Debiste dedicarme más tiempo, pero tu intensidad me llenaba. Una silenciosa extendía una mano y trazaba signos invisibles sobre el pecho de él. Y así innumerables rostros y voces y actitudes de mujer fueron manteniendo las ascuas de la última fogata del hombre, antes de ser cenizas.

Cuando las secuencias de la memoria se agotaron, Onán percibió que una ráfaga de estremecimiento placentero le subía desde lo profundo del abdomen, se fijaba entre sus costillas y  le acuchillaba el corazón. Le encontraron muerto de madrugada, abrazado fuertemente a las carnes flácidas de su escuálido cuerpo.







18 comentarios:

  1. Me parece extraño..., pasar por tantas mujeres sin un lugar para el reproche.
    Me gustó el relato, pero tengo que poner comillas sobre la flaccidez de su muerte (no lo considero un digno final, aunque los finales no suelen obedecer a ninguna dignidad).

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    1. Tal vez el protagonista haya desechado los reproches y los malos ratos y solo desee acordarse de los felices, digamos. Morir rabiando debe ser angustioso.

      La flacidez es la del cuerpo y qué flacidez la de los hombres y mujeres de edad muy avanzada...

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    1. Al menos en conciencia del placer. ¿Hay mejor paz?

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  3. La prudente, la agnóstica, la sincera, la inteligente, la lúcida, la pasional, la....

    La(s) voces de la mente recordando al cuerpo y confesando al pensamiento que el tiempo es .... Verso libre en estrofa quebrada cuando realmente sabemos que ... Pasa.

    Un saludo de luz

    Espero volver a leerte pronto

    Gracias

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    1. Las voces de las vivencias, tratando de estar presentes en el estertor, reivindicando la importancia que tuvieron en su vida sus amores.

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  4. El miércoles en mi blog te doy la bienvenida por haberte hechos seguidor. Un abrazo

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  5. En este inicio de blog veo encerrado un muy buen espacio para la literatura. Si bien mi sitio está en casi su final, de vez en cuando te visitaré.
    Saludos y te dejo mi bienvenida a este bello espacio virtual que compartimos muchos.

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    1. Gracias por pasar y el territorio permanece abierto para quien guste de una parada.

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  6. Un relato realista y conmovedor.
    Besos

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  7. Recrear los amores -donde echamos los restos mal que nos pese-;amoríos -el goce que poco perturba y fácil olvidamos- sin que asome el punto final, siempre ácido y amargo, es la prueba de que eres un escritor poderoso y muy hábil con la ficción, aunque algunos de tus lectores opinen que es realista, y nada más lejos de la realidad que este tributo al amor -la vida-de un moribundo.

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    1. Cada vez sé menos lo que es real, salvo que llamemos real a todo lo existente (yo soy partidario de ello) Pero real es la ficción, el deseo, la fantasía, lo que se hace, lo que se reprime...Y todo ello puede desarrollar respuestas imprevistas e inimaginadas en el individuo, incluso en el momento de morir. El individuo es selectivo también y, aun cuando todos somos conscientes de lo que ha habido bueno o malo en nuestras vidas, o de realización satisfactoria o de fracaso estrepitoso, creo que seleccionamos lo que consideramos grato para una especie de libro interior que nos justifique. No es que nos olvidemos de lo negativo o truncado, pero recordar esto perpetuamente sería envenenarnos y envejecer antes de tiempo. Un moribundo tiene una sabiduría especial que dura poco pero es intensa, como la del amantísimo Onán. (Es una opinión, simplemente)

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  8. En el fons va ser una mort plàcida, ja que se'n va anar, recordant les coses bones que havia viscut amb tantes dones...La memòria li va fer un gran favor, va ser selectiva.
    Va tenir sort de gaudir dels mimos de les qüidadores!!!
    Bon vespre.

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    1. Fue una muerte muy plácida y a la vez no desprovista de pasión, Roser. La memoria de las pasiones que se hayan tenido obra como acicate para mantener la ilusión en el ego que, poco a poco, si se llega a edades muy provectas, parece ir desinflándose (sin contar conque el cerebro traicione) Tal vez, en efecto, los mimos de las cuidadoras se vinculaban en su mente con lo disfrutado en el pasado. Buena noche.

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  9. No sé porqué me ha recordado a la obra de García Marquez, Memoria de mis putas tristes. Me ha gustado mucho, un bonito final deleitándose en lo dulce de sus recuerdos.

    Besos

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    1. Los temas son universales y se pueden tratar incluso de manera cercana o análoga, sin saber unos tratamientos de otros. Supongo. Un abrazo.

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