"Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres."

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.



6 de agosto de 2020

Ajetreo a vista de ociosos


(Katsushika Hokusai)



Me gusta este ajetreo urbano, comenta el ocioso Fusaji a su amigo de infancia Ofumi, ahora monje. Si los dioses nos procuraron al emperador, los hombres nos proporcionan las tareas entretenidas que llenan los días. Algo que tú deberías agradecer como nadie, le responde Ofumi, pues nunca has sabido tener un oficio ni voluntad de desempeñarlo. Fusaji, que alardea de ver el mundo de otra manera, liberal y con perspectiva, dice él, no se arredra ante el comentario directo. Se muestra altivo. Nací para contemplar y para levantar acta del ritmo frenético de la ciudad, ¿te parece poco? Eso me permite observar con distancia ecuánime las tareas y admirar a quienes las ejecutan. Su amigo, reposado pero no carente de criterio, le busca la vuelta. Va a resultar que a quien debemos agradecer la riqueza que fluye por nuestras calles es a tu supuesta capacidad de cronista, y no al trabajo de los artesanos y comerciantes, al sudor de sus empleados y a quienes mantienen el orden y los servicios de la ciudad. 

Este tipo de conversaciones solo se puede tener sobre el puente de Nihon-basi, porque da la justa visión de todos los mundos que habitan en este. Tal es el fragor de un movimiento humano que hipnotiza a los viajeros, entusiasma a los emprendedores y hace presumir a los habitantes de Edo ante los provincianos.

El bohemio Fusaji, que sabe reírse con descaro hasta de su sombra, y que no le afecta lo que digan de él, es también un conversador fantasioso. ¿Te has fijado, Ofumi, que hay toda una escala de valores, y no solo de terrenos, desde este panorama que contemplamos? El monte sagrado de nuestras divinidades preside a lo lejos el palacio del shogun, su delegado en la tierra. Y esa colina del mundo intermedio se eleva a su vez, señorial y dominadora, sobre la frenética actividad de una ciudad elegida. ¿Qué somos nosotros frente a este panorama de bienes? El monje se ajusta la túnica, advirtiendo cierto tufo de pensamiento filosófico en su amigo. ¿El puente donde se cruzan los destinos de estas gentes, tal vez? ¿O el río cuya mirada es diferente cada día que transcurre en nuestras vidas? No vas descaminado, le corta Fusaji. Pero yo no quería tener respuestas, sino solo hacerme preguntas, tal como tú también lo entiendes.

La vieja camaradería permite a ambos amigos sortear sus diferencias y buscar lo que les une. El gusto por la conversación y el paseo sin compromiso. Hablas como un experto pensador, le dice con agrado Ofumi. Al menos aprovechas bien el ocio y sacas conclusiones muy descriptivas, no solo de lo aparente, sino de lo que late bajo la superficie de las cosas. Pero ¿por qué no vas más allá? Naturalmente, para ir más allá tendrías que estar en la piel de cualquiera de los que habitan en los estamentos que has nombrado. No puedes ser el Fuji porque morar en él nos está vetado a los hombres. No puedes ser shogun o cortesano, porque no te fue dado ser elegido para un cargo tan noble. Y tampoco eres cuerpo sudoroso o mente desquiciada por las deudas porque no has ejercitado nunca en la lucha por la vida a través de un trabajo. Fusaji, rápido de reflejos, busca al monje sin sutilezas. Amigo mío, podría aún ser monje como vosotros, que disfrazáis cual servicio al Tao lo que no es sino otra clase de ocio, aunque le llaméis contemplación. 

Ambos echan a reír con estrépito. Los transeúntes les observan asombrados, tal vez pensando que muy de mañana le han dado fuerte al sake. 




18 comentarios:

  1. "podría aún ser monje como vosotros, que disfrazáis cual servicio al Tao lo que no es sino otra clase de ocio, aunque le llaméis contemplación" rápida e inteligente respuesta jeje

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quién sabe si a tales clérigos unos no le darán la razón y a otros no les sentará bien la respuesta. Buen viernes.

      Eliminar
  2. Leía y pensaba yo en eso de ¡mira quién habla!

    Atrapante texto, seguramente porque invita a la observación. Yo, como dice Fusaji, no quería tener respuestas, sino solo hacerme preguntas.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos en la misma onda, Alís. Naveguemos con viento favorable.

      Eliminar
  3. Ese saber que los disfraces no cambian en este mundo de valores tan variados y comerciales.

    Muy bueno. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no, quien más o quien menos si no nace disfrazado lo hace más tarde. Y el que se crea que está libre que tire la primera piedra. Salutem de viernes.

      Eliminar
  4. Lo óptimo es ser fiel al propio instinto y si la conversación les place, bueno será. Lo peor es prostituirse conscientemente para sobrevivir, claro que el saber adaptarse a cualquier circunstancia también resulta todo un arte. Al menos los amigos se parten de risa con las vigas en sus ojos, eso es de lo más recomendable!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El valor del instinto solo se comprueba muy a posteriormente, en función del beneficio que se obtenga. Además del término en línea "prostituirse" existe el metafórico, que muchos no lo reconocen. Pero hay trabajo muy ordinarios que la gente acepta y que parecen esclavistas. ¿Que no es vender el cuerpo? Entonces, ¿qué es vender tu fuerza de trabajo en equis horas, con sumos riesgos y escasos reconocimientos? Parece un término reservado para determinado oficio, pero ay de la venta de uno de múltiples maneras.

      Eliminar
    2. Me ha gustado mucho el relato. Y curiosamente, tuve una conversación similar no hace mucho. Yo defendía la idea de que trabajar para ser explotada (teniendo la suerte de no tener deudas y una modesta entrada de dinero en casa para vivir con lo necesario y alguna cosilla más) no tiene sentido. Y mi amiga, trabajadora incansable con un buen colchón y sumamente explotada, se horrorizaba pensando en mi idea de que gastar menos es mejor que gastar mucho y someterte a una vida llena de estrés. Al final, también nos reímos de nuestras diferencias, y supongo que las dos sentimos cierta compasión una de la otra, cada cual con su visión particular de la vida.
      Un abrazo.

      Eliminar
    3. En lo que mi experiencia me ha enseñado te diré que he pasado por experiencias alternas, diferentes e incluso opuestas. He llegado a la conclusión de que la carencia, pasar necesidad o simplemente no estar a la altura de la economía de otros obliga a la mayoría a aceptar trabajos no deseados, pero que se acaban asumiendo y algunos se elevan incluso a cargos intermedios dentro de ellos. Al menos en otro tiempo. Ahora todo es aún más frágil. He visto a encargados y jefecillos que no sabían hacer la o con un canuto y encima eran arreadores. Por ejemplo. Integrarse para sobrevivir dentro de un trabajo, en una fábrica o servicio, es independiente del debate de economía política que la mayoría prefieren no hacer. E incluso haciéndolo admitimos, simplemente porque había que salir para adelante. Pero no descubrimos nada nuevo. Los filósofos y economistas del XIX ya lo dejaron cantado. Un abrazo, Ana.

      Eliminar
  5. Pues si, dices bien. Para mi prostituirse siempre significó ser obligado a realizar labores contranaturales a la propia esencia. Vista la prostitución como profesión gustosa y voluntaria, yo la consideraría como un oportunismo circunstancial basado en amplias tragaderas físicas, uno de tantos, incluida la función del cliente.
    Claro que se necesita un cierto auto conocimiento de la propia circunstancia, lo cual a su vez implicaría sano discernimiento. Desengañémonos, la sociedad se me antoja producto de una prostitución social ancestral, presente y quizás futura aunque desde la perspectiva del esfuerzo personal resulte más sano negarlo y/o luchar por lo contrario....y todo para sobrevivir durante algo supuestamente inexistente llamado tiempo.
    Ya, ya, me consta que son palabras del mundo de “yupi”, pero esa parece ser mi esencia, por ello mismo, la ñoñería, el dolor e impotencia que cercan dicho mundo resultan más intensos. Algo como torturar a un infante. (a la inocencia)Tacazo!

    Ahora comprendo otro aspecto del insulto ese de “...tu madre”, como incluyente de todo linaje anterior. Antes se me antojaba un insulto arbitrario basado en el desconocimiento más profundo y que definía al insultante....para variar.

    Vaya, ya ha salido mi “yupi iracundo”, menos mal que ha sido tras más de 35 lustros y poco a poco tuve que aprender a castrarlo por respeto ajeno y a una vida que cada vez valoro menos.
    Palabras escritas en “modo subjetivo” que es el que me ampara de un objetivo desgastado y por tanto infravalorado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Carlos Marx en "Salario, precio y ganancia":

      "Lo que el obrero vende no es directamente su trabajo, sino su fuerza de trabajo, cediendo temporalmente al capitalista el derecho a disponer de ella. Tan es así, que no sé si las leyes inglesas, pero sí, desde luego, algunas leyes continentales, fijan el máximo de tiempo por el que una persona puede vender su fuerza de trabajo. Si se le permitiese venderla sin limitación de tiempo, tendríamos inmediatamente restablecida la esclavitud. Semejante venta, si comprendiese, por ejemplo, toda la vida del obrero, le convertiría inmediatamente en esclavo perpetuo de su patrono."

      Respecto al tema de la metáfora, o no, de la prostitución, dices:

      "Vista la prostitución como profesión gustosa y voluntaria, yo la consideraría como un oportunismo circunstancial basado en amplias tragaderas físicas, uno de tantos, incluida la función del cliente." Matiz: indudablemente debe haber otra prostitución ni gustosa, ni voluntaria, pues la trata de blancas en sus múltiples formas existe, la explotación sexual existe, la miseria o la pobreza, haya o no detrás una mafia, existe. Cuidado con generalizar.

      La verdad es que nunca he sabido con claridad de dónde procede ese "tu...madre". Supongo que tiene que ver con la consideración tabú y fatal que tiene la sociedad -hipócrita, por cierto- sobre la que se dedica a la prostitución. Buscar en una frase concentrada una diatriba feroz, tajante, condenatoria que se extiende a cualquier comportamiento del otro al que le soltamos la frasecita.

      Eliminar
  6. La mañana es muy temprano aún para semejantes reflexiones.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Totalmente de acuerdo. Y más cuando son tan metafóricas. Se necesitaría una tertulia para dar a entender significados y significantes. Se corre el riesgo de no aclarar nada. Gracias, José A.

      Eliminar
  7. La contemplación es ocio productivo. De lo contrario, solo es dormitar. Que tampoco está mal en algunas circunstancias, claro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es. Pero en la vida civil, digamos, se ve a mucho ocioso improductivo y que vive a cuenta de otros o del papá Estado. Debe ser un valor añadido de nuestras puestas en cuestión sociedades del bienestar.

      Eliminar
  8. Las diferencias nos enriquecen; siempre lo digo y así lo creo. La amistad es libre y surge de forma espontánea, a veces con personas con las que tenemos poco en común aparentemente.

    Mil besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. También soy de la opinión de que las diferencias de todo tipo nos enriquecen. Siempre que seamos permeables, respetuosos y tolerantes. Afortunadamente, la amistad es un estado que pone a prueba esas diferencias, nos pone a prueba a todos. También el amor, pero aquí hay factores más complicados. Eso que dices de las personas con las que tenemos poco o nada en común lo ratifico. Me he sorprendido muchas veces de lo fácil que me ha resultado entablar amistad con gente nueva, de diversa condición o hábitat, y eso aporta. Desgraciadamente es en la política donde menos respeto se tiene al que piensa de manera diferente, no entiendo por qué se ha hecho tanto tabú de otro de los pilares que deberían regir la convivencia y como diría Aristóteles la felicidad de los individuos. Un abrazo, Lucía.

      Eliminar