"Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres."

Louis-Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.



24 de octubre de 2020

Las mironas

 

(Katsushika Hokusai)


Rika y yo solemos escondernos detrás de los juncales para ver a los hombres bañarse. Siempre que se lo propongo Rika dice que no quiere ir. ¿No te gusta ver los cuerpos que no podemos contemplar habitualmente?, insisto. Sí, pero ¿y el castigo si nos descubren?, es su argumento inapelable. Se trata de un ritual que nos traemos entre las dos para conjurar los miedos. La curiosidad es más poderosa y asumimos que tendremos que pagar, llegado el caso, un precio. En mi casa yo veo a veces los cuerpos desnudos de los mayores como sombras a través de los fusuma que dividen las habitaciones, y Rica se enorgullece de pertenecer a una familia pudiente. Pues yo, la digo, los veo en directo, pero tan a oscuras que muchas veces pienso si realmente los veo o solo los imagino. Nuestra casa no da para muchas distancias. Una vez, sabes, llegué a casa a una hora inhabitual y pillé a mis padres abrazados y moviéndose. Rika quiere saber: ¿se movían los dos? ¿Mucho? ¿Poco? Rika es preguntona y a veces me invento las cosas para dármelas de saber. Yo prácticamente solo veía a mi padre, pues mi madre tenía echado el cuerpo hacia atrás y el corpachón de él la ocultaba. Me asusté un poco, ya que mi padre parecía desatado y no te puedo decir si la trataba bien o la dañaba. Y los gemidos de mi madre no ayudaban a distinguir qué ocurría. Agazapada aguanté un buen rato y muy quieta para no ser descubierta en mi rincón. ¿Y qué pasó?, dice Rika con una expectación insaciable. Él bramó con mucha fuerza, yo me asusté mucho, no sabía si había pelea o juego. De un brinco se apartó, tuve miedo de mirar el cuerpo de mi padre. Contuve la respiración cuanto pude. Rika no cesa de preguntar. ¿Y tu madre? ¿Estaba bien o lloraba? No sé cómo pude contener un grito cuando ella se incorporó, radiante y con rostro divertido, respondí. Aquella mujer que se alzaba desde un cuerpo juvenil  no era mi madre.

  


14 comentarios:

  1. Terrible verdad para ser descubierta de esa forma. Muy bien llevado un relato que sorprende en su final.

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    1. Las verdades que más enseñan suelen ser las más crueles.

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  2. De acuerdo con Chitón. Vivir largo y tendido puede resultar muy cruel. Es cuando el engaño implícito de la vida se podría convertir en arte.

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    1. También permite oportunidades. Desfacer entuertos, por ejemplo, dentro del coco de uno mismo es, además de útil, interesante y hasta divertido.

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  3. Esa niña descubrió en la cara de su madre la belleza y luminosidad de piel que se consigue amando. Les gustaba mirar, que no es pecado :-)

    Un abrazo

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    1. Huy, no estaría yo seguro, sobre todo si no vio el rostro esperado. Buen cambio de hora.

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    2. Cuántas cosas se aprenden desde rincones discretos, con más o menos exposición. Relatas de forma maravillosa el misterio de dos personas que voluntariamente se unen y se acompasan en la práctica más auténtica de la vida.
      La conmoción al descubrir que no era el rostro esperado, es el precio de acceder a la intimidad de otros.
      Un abrazo.

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    3. Y probablemente la puerta de entrada a un lío o a un trauma para la observadora indiscreta y recóndita.

      Ocurrencias.
      Buen domingo.

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  4. Las respuestas más inesperadas llegan justo en esos momentos.

    Muy bueno.

    Saludos,

    J.

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    1. Y hay muchas a lo largo de la vida, ya lo creo (de distinto orden)

      Saludo.

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  5. La curiosidad es instintiva en todos los seres vivos. Querer saber, conocer,ante hechos y acontecimientos, es normal y conduce al aprendizaje. Pero en niños y jóvenes, debe ser dirigida, encaminada, explicada. Aprender solos por curiosidad, en ciertas edades, puede llegar a ser peligroso y conducir a traumas muy complicados...

    Saludos, Chitón.

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    1. Pues si te cuento cómo aprendí yo...( muchos de los de mi tiempo) Autodidactas del conocimiento fuimos. Y no me ha ido nada mal. Lógicamente carencias tienes uno y abundantes, pero si todo hubiera sido dirección estaría apañado. Es que entonces los rectores de las direcciones nos encaminaban hacia vacíos y poco aprovechamiento.

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  6. Un relato apasionante con una elegancia encomiable.
    Descubrir lo que ni se imagina sorprende y lleva a mejorar el conocimiento, sea lo que sea.

    Me ha gustado, Chitón.

    Anna Babra

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    1. Los caminos del saber son no solo infinitos, sino torcidos, a saltos y muy pero que muy laterales. Aprendes por otros y por lo que tienes al lado tantas veces...Gracias Anna B.

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